Cubre su pierna, à quien bordó el drado. s qua Torcida hebilla, si brillante y breve, Negro calzon de rico terciopelo, Con mas diges que un niño y campanillas Chupilla corta, azul y plateada T ... El ceñidor ajusta su fiel mano: 256 Corbatin ajustado el cuello oprime, De empolvadas sortijas erizacdam. Precioso majo en fin, amigo mio, se presentó el mancebo; y si no preguntadlo á las niñas del convite, que mas le miran y le remiran todas que á los manjares de los platos. Mas pa rece que el mozo de mi maja se escama de tenerle tan cercano; y á la verdad tiene razon sobrada, porque la niña saca del plato donde comen tal multitud de presas y finezas parą el forastero, que se ha de quedar sin comer el otro pobre hombre. ¡ Valiente i cosa es esta, amigo mio! aquí se cumple aquel adagio que dice de fuera vendrá quien de casa nos echará. ¡Qué gozosa se muestra la muchacha con el mancebo nuevo! Ni se acuerda de hablarle al otro una palabra, y el pobre disimula fuertemente; pero se le conoce la perrera. ¡Ay majo tonto, qué desengaño tan grande tienes á la vista! Mira esa daina á quien adoras tan rendido, mírala bien: es esa la que has ta aquí te correspondió agradable ? ¿ es esa la hermosa en cuyas aras has sau crificado tus afectos? es ese el dueño que cautivó tu libertad? es ese el iman que arrastró tu entendimiento? ¿es ese el bien imaginado a quien has brindado con tus afanes y por quien has fatigado tus discursos en buscarle 342 recreos y delicias? Pues mira, lo en memoria que las tiene: mira que presto olvida tus finezas y mira.... pero no mires nada, pues lance semejante no merece ser visto de tus ojos. Ya se acabó la mesa, y todos esparcidos por la sala pasean la comida; pero mi pobre abochornado majo se llega hácia la ninfa, y si no me engaño, se explica de esta suerte: Muy » buen pago ha dado vmd. á mi fi»neza con el presente desengaño: no creí que vmd. vilipendiase así mis "rendimientos: la novedad de un hom"bre forastero ha causado en vmd. to tal desprecio mio. ¡ Pues qué ! ¿ vmd. » piensa (responde la niña) que á un "hombre tan decente como ese, que "viene á visitarnos, no se ha de aten"der como es correspondiente? Si vmd. »lo toma eso por desprecio, yo lo pien"so de otra suerte y sé muy bien lo que he de hacer en todas cosas. "¿ Pues qué merecimientos (dixo mi »mancebo) podrá tener aqueste hom»bre, á vista de mi afecto, para que nabandone wipd. así mis sentimientos y "no ser confiese obligada á mi cariño? "Yo obligada? (responde la se»ñora) ¿está vid. loco? que, por este "convite que me ha hecho me piensa ❞ vid. hallar reconocida? Valiente con"vite de morondanga ! Bien puede vmd. » buscar quien le agradezca; pues esto y » mucho mas merece mi hermosura. ¡ Bello agradecimiento, amigo mio, le dixe á mi maestro! ¿Esto es esmerarse en ser atentas, las damas? No me pillarán jamas en semejante trato. ¿ Yo cortejar para tener estos sentimientos ? En la vida. ¿Yo dedicarme á un afan intolerable, y no encontrar siquiera un rostro agradecido? No me gusta. ¿Qué dice vmd. á semejante caso? Nada, amigo, me dixo mi maestro: él lo ha dicho todo. El que anda en un cortejo, es como el bruto que tira de una noria (basto es el exemplo; pero propio) anda sin fin, y con los ojos vendados, y siempre está en una misma parte: nada adelanta, siempre se halla á los principios, y el agua tal qual que saca de los pozos, es para el recreo de otros gustos. Todo lo ha dicho vmd, en ese exemplo (dixe); con que así no se can |